"Bajé
las escaleras corriendo, casi tropezando. Llegaría tarde. Y no me gusta. Abrí
la puerta y por poco me llevo por delante la vecina del segundo. Con prisas,
paré el primer taxi que encontré y me subí a él. Le di la dirección de mi
destino y se puso en marcha.
A esa hora, el tráfico era horrible. Había salido a las cuatro menos
cuarto de casa y a las cuatro había quedado con Alec en la misma cafetería
donde nos encontramos un mes antes. Tal y como me esperaba, tardó una media
hora en llegar, y eso que no estaba muy lejos. Pagué al conductor y bajé, fui
lo más rápido que pude hacia la cafetería, pero tropecé con el bordillo de la
acera. “No me pueden pasar más cosas”, pensé.
Justo cuando me iba a levantar, vi que alguien me tendía una mano.
Levanté la cabeza, aún en el suelo y lo vi, sonriente, aguantándose la risa.
Estaba increíblemente guapo. Llevaba una camiseta negra, que se ceñía al
cuerpo, remarcando su figura, unos pantalones tejanos sencillos, y una chupa de
cuero colgando del brazo.
Le cogí la mano, y cuando estuve a su altura, me perdí en sus ojos
azules. Desde el primer día que los vi, no me los pude quitar de la cabeza. Le
sonreí.
- ¿Tú no puedes ser más torpe, no? - solté una
carcajada, a la que él se unió. – Vamos adentro, venga.
Le seguí
hasta la punta de la calle, pocos metros del lugar donde había caído. Me abrió
la puerta y me dejó pasar, buscamos una mesa y nos sentamos uno delante del
otro. Pedí lo que siempre pedía, un café con leche, pero él cambió, pidió una
cola, y me extrañó.
- Bueno,
¿algún otro accidente a parte de lo
sucedido?
- Estás muy gracioso hoy Alec… ¿te pasa algo? – dije, riendo.
- No,
nada, probablemente sea por culpa tuya… Me altera estar a tu lado. – me guiñó
un ojo, y creí que me desmayaría allí mismo. – Pero bueno, ¿alguna novedad
desde el martes pasado?
- Ninguna. ¿Y tú? ¿Qué era eso tan importante que tenías que
contarme?
Vi como le cambiaba la expresión en su rostro, como se ponía serio
y tenso. Empecé a preocuparme. Sus ojos daban a saber que no eran buenas noticias,
habían perdido el brillo que tenían cuando sonreía, cuando estaba feliz. Cogió
aire con fuerza, y colocó su mano sobre la mía, acariciándola. El corazón me
empezó a latir cada vez más fuerte. Fuera lo que fuera lo que me iba a decir,
no era bueno.
- ¿Alec? ¿Estás bien?
- Yo… Clara… He intentado evitar este momento, pero creo que
tiene que ser necesario. Odio las despedidas.
El
mundo se paró. Había pronunciado la palabra despedida. Se iba. Las lágrimas
amenazaban en resbalar por mi mejilla. No dije nada, esperé a que él finalizara.
- Clara… Me voy. Me voy a París. A mis padres les ha salido una
oferta que no pueden rechazar. Y tengo que ir con ellos.
- Pero… pero tú eres mayor de edad ya. ¿No puedes quedarte?
- No, es imposible. – al oír eso, me di por vencida y dejé salir
las lágrimas. – Ha sido muy difícil decir adiós a las personas que quiero.
Especialmente tú. – Con la otra mano, me levantó la cara y me secó las
lágrimas. – Clara, hace poco más de un mes que te conozco, pero sé que eres muy
especial. Por ti haría locuras. He intentado todo lo posible para quedarme
aquí, contigo. Pero todo ha sido en vano. Ahora mismo no sabes lo mucho que
significas para mí.
Mi respiración se había vuelto irregular, le miré a los ojos. Eso
aún había hecho más dura la noticia. Esas palabras… Era lo que realmente quería
que pronunciara, pero no en una situación como esta. Me lo imaginé de otra
manera. Todo más bonito, como un cuento. Pero no, los cuentos no existen. Los
sueños, están hechos para soñarlos. En ese momento, no podía pensar en nada más
que eso.
Me llevó a fuera del local, y una vez en la calle, le abracé. No
quería dejarlo ir, si hacía falta, me iría con él a París. Quería tenerlo,
quería ser feliz con él. Hundí mi cabeza en su pecho y lloré.
- Lo… Lo siento. Te he dejado la camiseta toda mojada. – dije,
como pude.
- No pasa nada pequeña.
Sus ojos, otra vez. Me llamaban, me decían que le dijera todo lo
que sentía. Todo lo que pensaba de él, todo lo que le quería. Pero ninguna
palabra surgió de mis labios. Solo podía observarle. No podía dejarlo ir. Y
entonces sucedió, le besé. Mis manos subieron hasta su nuca, y él apoyó las
suyas en mi cintura. Al principio, fue dulce y suave, ambos deseábamos ese
beso. Acabó de acortar la pequeña distancia que separaba nuestros cuerpos, y
poco a poco, ese beso se fue volviendo más apasionado. Quería detener el tiempo
en ese preciso instante. Solo él y yo, nadie más. Sin impedimentos, ni
distancias.
- No hagas esto más difícil de lo que es. Por favor, Clara. –
dijo, al separarnos.
- No puedo. Alec, no puedo dejar que te vayas así. Has sido
la primera persona por la que he sentido algo de verdad, y ahora te me vas. No,
no voy a dejar que esto pase. Si hace falta, me iré contigo.
- Clara… No lo entiendes. – suspiró. - Debo irme. Vamos, te llevo
a casa.
El trayecto hasta mi casa fue silencioso, sin apenas decir nada.
Él estudiaría en París, iría a la universidad, quería estudiar artes gráficas.
No iba a vivir en el centro, si no que estaría más bien apartado, según me
dijo, por la zona de Porte d’Italie.
Llegamos a mi casa y ambos bajamos del coche. Se paró justo
enfrente de mí y volvió a besarme. Esta vez, fue más corto. Apoyé mi frente
contra la suya, y volví a llorar.
- No llores, por favor. – Hizo una pausa y puso sus manos en
mis mejillas, mirándome fijamente. – Te quiero.
- Te quiero, Alec. – susurré, justo antes de abrazarle.
- Tengo que irme ya… Clara, nunca me olvides.
Promételo. – asentí. Me dio un beso en
la frente. - Adiós pequeña.
- Esto no
es un adiós, es un hasta pronto Alec. Nos volveremos a ver, lo sé.
Dibujó una sonrisa llena de tristeza en su rostro, subió a su
coche, y se marchó. “Te prometo que iré a buscarte. Te lo prometo. No te voy a
dejar ir tan fácilmente. Lucharé por lo que es mío. Te quiero, Alec.” Susurré,
mientras observaba como se perdía en el tráfico de la tarde, justamente igual
que un mes antes. Pensaba ir a París, fuera como fuera."
¡Hola!
Primero de todo, pediros perdón por el dramón que os acabo de
montar aquí, pero lo necesitaba. Como veis, es la tercera parte de "Little light in your eyes", ahora
no os puedo dejar así, así que voy a continuar con la historia de momento... Me
alegro de que os guste, por lo que me habéis dicho. Así que gracias por leer y
espero que os siga gustando.
Ene.
PD: Laura, este te lo dedico.
Me ha encantado!! qué bonito!
ResponderEliminarPobre, qué pena... yo también odio las despedidas :( aunque después del beso yo me iría con él a París!! (me muero por seguir leyendo, escribes muy bien) ;)
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