Había sido una completa estúpida por creer en ese ‘te quiero’ que dijo Alec antes de irse, por creer que me esperaría, estúpida por pensar que después de viajar más de cinco mil kilómetros, de atravesar un océano, y de buscarle por una ciudad enorme, vendría a mí con los brazos abiertos.
Seguía corriendo, empezaba a estar cansada y cada vez le notaba más cerca. De repente, noté como me agarraba del brazo, me frenaba y me giraba ante él. Fijé mi mirada en sus ojos, que me enamoraron esa primera vez, y ahora estaban llenos de ira y de rabia. Mi respiración se volvió aún más irregular cuando vi que le resbalaba una lágrima por la mejilla. Alec, llorando. Alec, que siempre parecía ser tan tranquilo, fuerte y reservado, llorando. Intenté esconder mi expresión de sorpresa, y esperé a que dijera alguna cosa. Pero no, no lo hizo.
- ¿Esto es todo lo que tienes que decirme? Bien, pues si no hay nada más que aclarar, tengo que cruzar un océano para volver a casa. Si me disculpas, voy a ir haciendo… -di media vuelta, pero volvió a cogerme del brazo.
- Clara, no. Espera. Hay…
- ¿Hay una explicación ante todo esto? ¿Qué vas a decir, que te la encontraste en una cafetería, y como parecía inofensiva, te acercaste a ella después que saliera por la puerta, mientras estaba distraída buscando un taxi, y te ofreciste a llevarla a casa, intentando parecer un caballero encantador? – esas palabras le dolieron. Intentó decir algo, pero fui más rápida. - ¿También tienes planeado enamorarla, si no lo está ya, y decirle que te vas a otra ciudad? ¿Eh? Dime, ¿ya le has dicho ‘te quier…
- Clara, ¡BASTA! Sí. Hay una explicación ante todo esto. Pero tú decides si escucharla o no. Si quieres pensar que soy alguien que juega con los sentimientos, vas muy equivocada, pero allá tú. Cree lo que quieras. Pensaba que eras alguien más razonable, la verdad. Que se podría conversar contigo tranquilamente.
- ¿Crees que ahora estoy para conversar tranquilamente, eh, Alec? – cada vez estaba más de los nervios. – Quedaste conmigo, me dijiste que te ibas, me besaste y me dijiste que me querías. Esto me destrozó, pero decidí arriesgarlo todo cogiendo un vuelo hacia la otra punta del mundo solo para intentar buscarte, sabiendo que tenía una oportunidad entre miles. Y cuando llego, te encuentro paseando sonriente cogido de la mano de otra chica, y porqué mentir, se os veía muy felices. Sinceramente, hubiera preferido no encontrarte a verte así.
- ¿Cómo querías que supiera que venías? ¿Cómo creías que sabía que me ibas a encontrar en una ciudad de más de un millón de habitantes? – cada vez subía más el tono en el que me hablaba, cada vez gritaba más. - Y aunque no lo creas, yo también tengo sentimientos, ¿sabes? No fue fácil irme y venir aquí. Dejé a todos mis amigos, a mi ciudad, a mi entorno allí. ¿Pero sabes lo más importante? Te dejé allí a ti. – Se notaba que hacía esfuerzo para no llorar, pero no lo conseguía. – Y pensé que lo mejor que podía hacer era intentar olvidarme de ti. Buscar a otra persona que al menos me hiciera sentir la mitad de feliz de lo que me hacías sentir tú, porqué nadie me ha hecho sentir como cuando estaba a tu lado. Buscar alguien que te sustituyera hasta que pudiera volver y recuperarte. Nunca imaginé poder encontrarte aquí, Clara.
No sabía que contestar ante todo eso. Solo podía mirarle, y me dolía verle tan destrozado. Y todo por mi culpa. No debía haberle soltado todo eso. Me arrepentía, mucho.
- Al menos podrías haber intentado mantener el contacto conmigo… Te he echado mucho de menos. Desde el primer momento en que te vi, Alec, supe que me enamoraría de ti, y aún lo estoy. Creía que las cosas serían mucho más fáciles, pero no.
- En el amor, las cosas nunca son fáciles. Siempre hay obstáculos para superar, y se deben superar juntos. Pensé que olvidarte sería lo mejor, pero no lo ha sido. Ahora sé que lo mejor hubiera sido traerte aquí, conmigo. Despertar junto a ti, disfrutar de cada minuto a tu lado. – hizo una pausa. - ¿Podremos volver a empezar?
- No. No quiero volver a empezar, quiero retomarlo donde lo dejamos. Paso de volver a conocerte y de correr el riesgo de perderte otra vez… - esbocé una pequeña sonrisa.
- Anda tonta, ven aquí.
Me acerqué a él, y le abracé.
En ese momento, existimos solo nosotros dos. Dejamos de ser dos extraños que discutían, para pasar a ser las personas que siempre habíamos sido. Había echado tanto de menos estar entre sus brazos… Además, seguía oliendo a agua marina, y me encantaba.
- Oye, ¿y qué harás con esa chica? – pregunté.
- ¿Con Natasha? Ella ahora no importa. Ahora, lo que solo importa, somos nosotros.
“Nosotros”, qué bien sonaba. Sonreí ante esa palabra, sabía que era un comienzo de algo grande. Un comienzo de luchas, de sueños y de ilusiones. Un comienzo de una historia de amor. Una historia de amor, un pequeño mundo a nuestra manera.
París me había quitado a la persona que más quería en el mundo, pero también me la había devuelto, y como dos locos, nos perdimos hasta el amanecer entre su luz y su magia, sin saber a qué nos llevaría esa misteriosa ciudad.
Ene.
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