Puppeteer.

'Última función de la semana. El espectáculo finalizaba con una gran ovación por parte del público, y Théo, entre aplausos y silbidos de euforia, salió a saludar. Dibujó una enorme sonrisa en su rostro, mientras agradecía el cálido recibimiento de la gente esa tarde de invierno. Niños y mayores empezaron a desfilar hacia la puerta del local. Las madres colocando las bufandas y los guantes a los pequeños, los padres buscando el resultado del último partido de fútbol por internet y los bebés durmiendo plácidamente en sus carritos. Observaba cómo la gente va yéndose, hasta que nota que se le acerca una niña de unos seis años. Estuvo un rato preguntándole cosas que solo preguntan los niños, hasta que una chica de pelo castaño se acercó a ellos. 

- Hola, perdona a mi sobrina. Se me ha escapado mientra salía. Se ve que le has gustado. - dijo, ajetreada pero sonriente.

Théo se sonrojó, era realmente guapa. Sus ojos verdes le observaban atentamente y él no sabía hacia donde mirar. Hablar con chicas no era su especialidad, sobre todo desde lo sucedido con Marie. 

- Vamos Helena, que este chico tiene que recoger. 

- Tranquila, no pasa nada. - dijo Théo. - Puede quedarse un rato más si quiere. 

- No, no, su madre me matará. Quería que estuviera a casa a las siete y son menos cuarto... Qué ganas tengo de dejarla ya en casa. Me encantan los niños, pero cuando llevas dos días ajetreados de aquí para allá con tu sobrina, solo quieres un poco de relax. 

- Debe ser agotador. - dijo, medio riendo. 

- Lo es, créeme. ¿Tú no tienes niños en tu familia? Con tu trabajo, los tendrás contentos. 

- No, no tengo, es una larga historia. . contestó, bajando la mirada al suelo. 

- Tengo la noche libre. ¿Qué te parece si nos vemos más tarde y vamos a tomar una copa?

Le sorprendió el atrevimiento de la chica, no debía tener más de veinte años. Le parecía preciosa, pero también veía precipitado salir esa misma noche con ella. 

- No sé... Estoy muy cansado, será mejor que me quede en casa. - sonrió.

- Bueno, si cambias de opinión, llámame. - dijo mientras le tendía una tarjeta. - Adiós. - le guiñó un ojo antes de irse. 

Empezó a recoger lentamente, colocando cada cosa minuciosamente en su caja. Aún estaba un poco parado por esa chica. Lilianne. Le había gustado, sí, pero no sabía que hacer. De repente, una voz le bajó de las nubes.

- Llámala, inútil. ¿No ves que te mueres de ganas? Además, le gustas. 

Ya estaba el pesado de Michael dando su opinión. Michael - Mike para los amigos - era el títere protagonista de la historia, y su mejor amigo. Sí, Théo hablaba con los títeres. O mejor dicho, los títeres hablaban con él. Los unía toda una vida de escenario en escenario.

- Cállate Mike, no es verdad. 

- No lo niegues y hazme caso. Te conozco bien, y también te gusta. Coge el teléfono. 

Quizás tenía razón. Quizás por una vez Michael tenía razón. Cogió la tarjeta y el teléfono y llamó. A los pocos segundos, una voz femenina contestó, Lilianne. 

- Hola... Esto... Me he repensado, ¿dónde quedamos?

Terminó de hablar con ella y colgó el teléfono, sonriente, se acercó a Michael y le susurró un gracias. 

Pero tenía un problema. Si acababa explicándole toda su historia a Lilianne, debería evitar mencionar a Mike. Era su secreto. Nadie más lo podía saber. Por otra parte, si se decidía a ir a más con Lilianne... No se lo podría ocultar. En ese momento, Théo solo podía experimentar un sentimiento en su cuerpo. Miedo. Miedo a ser tratado como antes.'

¡Buenas! 

Escribo tarde, tarde. Pues nada, era una historia que tenía en la cabeza desde hace mucho y espero que os guste. Últimamente estoy pasando por una crisis de imaginación así que tiro de lo que tengo de hace tiempo. Podría tener continuación, pero de momento no me aventuraré. 

Disfrutarlo mucho. 

Por cierto... El miércoles, es algo especial. Muy especial. 

Ene.